“Ya está decidido, es hora de probar la competición”.
Los motivos por los que tomamos esta decisión pueden ser muy variados,“empujado” por los compañeros de club o rutas, porque queremos probar a ver cómo es ese mundo, porque nos llevamos preparando durante mucho tiempo y hemos considerado que ya es el momento de demostrarlo, porque queremos conocer nuestros límites o simplemente porque sí. Muchos y muy diferentes, que pasan a un segundo plano cuando estamos en la parrilla de salida.
¿Sabemos lo que nos espera? ¿Estamos mentalmente preparados para afrontarlo? ¿Vamos a saber cómo valorar lo que hagamos de un modo objetivo?
La finalidad de este artículo es que una vez acabe esa primera toma de contacto con la competición, no veamos las cosas en un extremo u otro (ni amor ni odio), si no que seamos capaces de analizar lo que hemos vivido y sobre todo que nos sirva como aprendizaje para el futuro, si decidimos continuar con la “locura” que a veces supone adentrarse en este aspecto del ciclismo. No es por tanto una incitación directa a meterse en este tipo de “fregaos”, sino que si decidimos hacerlo, al menos que sea con un mínimo de preparación en todos los sentidos.
No es lo mismo ir a una competición “a ver qué sale”, con poca preparación física, sin conocer lo que nos espera, ni el tipo de prueba a la que nos vamos a enfrentar ni el nivel de los participantes, que al contrario, llevar varios meses de preparación concienzuda, conociendo el recorrido y tipo de carrera y con una idea más o menos clara de lo que es y lo rápido que se va.
Por supuesto, no es lo mismo estrenarse en una carrera pequeña o una marcha competitiva sencilla, que en una prueba de Open Regional o deEspaña. Si nuestra preparación es buena en todos los sentidos, en las primeras de ellas, posiblemente vamos a disfrutar y nos quedaremos con ganas de más. Si la preparación es muy pobre y vamos al segundo tipo de pruebas, puede que acabemos odiando ponernos un dorsal de por vida (o quizás al contrario nunca se sabe, aunque es más sencillo que ocurra lo primero).
¿Cómo nos preparamos entonces?
En primer lugar hay que decidir muy bien qué tipo de prueba es a la que queremos asistir, e intentar que se adecue lo mejor posible a nuestras características y condición física. Tiempo habrá de acometer mayores empresas si nos entra el gusanillo del sabor a sangre en la boca y el sufrimiento extremo.
Lo ideal es comenzar con una carrera sencilla, con poco nivel, fuera de Opens o Circuitos regionales o provinciales, sin excesiva dificultad física ni técnica. Hoy en día hay bastante donde elegir, como por ejemplo entre la gran cantidad de marchas competitivas que se celebran en prácticamente toda la geografía, con mucha variedad de recorridos, de nivel físico, técnico y deportivo, sin probabilidad de que nos doblen y nos pasen por encima ya que al no dar vueltas a un circuito no se va a dar el caso y podremos ir a nuestro ritmo.
Una vez hemos elegido dónde y cuándo vamos a competir, lo ideal sería preparar la cita lo mejor posible, en todos los aspectos. Aunque al ser nuestro estreno, tampoco pasa nada por simplemente ir y dar pedales, eso queda a la elección personal de cada uno de vosotros.
El día antes, es aconsejable preparar todo lo que se va a utilizar el día D y lo que vamos a hacer, bicicleta a punto, ropa a usar, repuestos, avituallamientos, hora a la que nos vamos a levantar, llegar a la salida de la carrera, etc. Hacerlo con antelación siempre va a suponer no ponernos más nerviosos al saber que todos esos aspectos los tenemos controlados. De todos modos, será fácil que algo se nos olvide o se nos pase. En esa situación, no sirve de nada ponerse más nervioso aún, y son cosas que se aprenden con la experiencia, así que no hay que dejarse llevar por la situación.
En cuanto al aspecto psicológico de la competición en sí, mi consejo es planificar de un modo más sencillo al que se usa habitualmente (Planificación de carreras o marchas), usando una tabla con los mismos apartados, pero simplificándolos al máximo. Ya sabéis que soy partidario de plasmarlo todo en papel, nunca en la “cabeza”, ya que las cosas se acaban olvidando y reinterpretando.
Si recurrimos a la tabla de la que os he hablado en otros artículos, deberíamos completarla con un solo objetivo de realización (no son necesarios más, no hay que complicarse), que sea muy fácil de cumplir, del tipo “Terminar la carrera”, “Ir a un ritmo que sea exigente para mi pero sin ir a tope” o “ir a unas determinadas pulsaciones”. No buscamos puestos ni tiempos espectaculares, solamente conocer la competición, de ahí que busquemos cosas realizables que nos dejen satisfechos si las llevamos a cabo y con ganas de más en el futuro.
En la segunda columna, en el plan atencional, debemos detallar en qué debemos fijar nuestra atención. Como en la anterior, cosas sencillas de realizar y que no sobrepasen nuestras capacidades. Por ejemplo “No tomar riesgos bajando”, “Ir a rueda siempre que se pueda”, “Comer y beber en cada vuelta”, “Llevar repuestos por si pincho o hay avería”, etc.
En cuanto a las posibles dificultades y plan para afrontarlas, hay que intentar tener en cuenta todo aquello que nos pueda suceder e ir prevenido para superarlas si aparecen y que no nos pille de sorpresa como por ejemplo una caída, una avería mecánica, pensamientos negativos, problemas físicos, etc. y cómo intentar afrontarlas y superarlas
Objetivo prioritario | Plan atencional | Posibles dificultades | Plan de afrontamiento de dificultades |
- Acabar la carrera.
- Ir todo el tiempo con mi compañero de equipo. - Llevar un ritmo alto sin pasar de 190 ppm. - Etc. |
- Bajar con cuidado.
- Llevar repuestos y multiherramienta. - Llevar geles y bebida energética. - Comer y beber cada vuelta. |
- Caída.
- Avería. - Pensamientos negativos. - Pájara. - Calambres. |
- Continuar si no es nada. Si estoy herido, retirarme y esperar a las asistencias.
- Tratar de reparar si se puede solucionar con mis herramientas. - Usar estrategias psicológicas de parada de pensamiento y auto-instrucciones. - Comer y beber, parar a descansar. |
¿Cómo evaluamos lo que hemos hecho?
Una vez terminada la carrera, va a ser muy importante la evaluación que hagamos de la misma, y el signo de la valoración es el que va a determina si vamos a seguir probando o directamente va a ser nuestra primera y última experiencia.
Lo primero siempre tiene que ser evaluar en función del que era nuestro objetivo, si hemos sido capaces de lograrlo o no, olvidándonos depuestos, tiempos o si me ha ganado X. Debemos centrarnos sobre todo en las sensaciones que hemos tenido. Con casi toda probabilidad, en algún momento habremos pensado cosas como “Aquí no vuelvo más” “Este sufrimiento no hay quien lo aguante”, “Me está adelantando todo el mundo, van muy deprisa” (Aunque casi seguro también que disfrutando), pero sobre todo tenemos que tener en cuenta esa valoración en frío, ya que en caliente las cosas se ven de otro modo. Cuánta gente dice eso de “Esto no es para mi” nada más acabar y a la semana siguiente ya andan de nuevo con un dorsal
puesto.
Puede que nos haya enganchado esa sensación de agonía o puede que hayamos detestado profundamente la competición, pero siempre es importante tener una opinión desde la experiencia propia y no sobre lo que nos cuenten.
Sé que muchos tenéis alergia a los dorsales, pero de un modo u otro, casi siempre hay competitividad, sea contra tus compañeros o contra uno mismo, así que por probar no se pierde nada. Es una experiencia diferente y ya vosotros mismo decidiréis si os gusta o no, si queréis repetir o “nunca más”.
Espero que haya sido de utilidad para aquellos que no se atreven a probar, toméis o no la posteriormente la decisión de hacerlo.
Como siempre quedo a vuestra disposición para cualquier comentario, crítica o sugerencia.
Un saludo.